Conforme los niños crecen y forman su personalidad, nos vemos en situaciones que se nos antojan difíciles de decidir. Para algo somos los padres y quienes ”debemos” que elegir lo mejor por nuestros niños.
¿Pero qué pasa cuando ellos tienen razón o también cuando llega un punto en que debemos dejarlos decidir para que tomen conciencia de un acto bueno o erróneo? Es cuando optamos entre en imponer o negociar.
Toco este tema por algo sucedido días atrás con mi hija y años atrás con mi hijo que me hizo recordar qué tipo de mamá soy y qué tipo de mamá quiero ser. Les cuento.
Hace unos años mi hijo mayor estuvo un año en clases de natación. Al principio no quería, es un poco tímido y las cosas nuevas le incomodan. De muchas formas tratamos de negociar con él para que tomara las clases con gusto y no fue así.
La primera semana fue difícil, pero no imposible. Una vez vivido el impacto emocional que implicó tomar las primeras clases en una escuela nueva, con alumnos y maestros desconocidos para él, llegó a tomarle mucho gusto y placer. Así estuvo por un año y hoy nada sin problemas en una alberca para adultos.
Otro deporte que no era de su gusto fue el Tae Kwon Do, no quería de ninguna forma. ¿Qué sucedió? Sus amigos del colegio comenzaron a tomar la clase, él se sintió en confort y la maestra era extraordinaria con los chicos. Allí recuerdo que negociamos con un “vamos a poner la clase a prueba unos días, si no te gusta probamos otra cosa”. Los días pasaron y la clase le gustó mucho más. Hoy es un pequeño experto con tres años de clases de esta disciplina.
Evaluar la situación
Lo que pretendo decir es que muchas veces debemos imponer y muchas otras negociar, solo que como madres necesitamos evaluar la situación requerida para llegar a esta decisión. Y no solo decir como una vez escuché a alguien que “ellos tienen que hacer lo que yo diga porque soy la madre, no están en posición de elegir si quieren ir o no”. Para mí, eso está cerca de caer en la tiranía del “¡Porque lo digo yo!”. Pero como dice mi mamá, cada quien hace con sus hijos lo que quiere.
Mi última negociación en casa fue con mi hija menor, quien por seguir a su hermano (y ejemplo que adora) en tomar clases de TKD, eligió el mismo taller deportivo en el colegio, hasta que se dio cuenta que el taller de Teatro le llamaba más la atención. Le pregunté: “Hija, ¿por qué quieres entrar a Teatro?”, ella me respondió con una gran sonrisa: “¡porque allí bailan mami!”. ¿Entonces qué hice?, llamé a la escuela y vi la posibilidad de cambiarla de taller.
El mismo día ella tomó una clase nueva. Estas son las situaciones donde les digo que no le veía el caso de imponer una clase deportiva que a ella no le gustaba y que iba a tomar de mala gana. Tampoco se trataba de un tema de supervivencia como la natación, que considero debe ser obligatoria en las escuelas que cuenten con piscina en sus instalaciones.
¿Y tú que prefieres, imponer o negociar?
Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Disney Babble Latinoamérica.
Foto Cortesía Disney Babble Latinoamérica.
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