Desde que era una niña, me llamaban la atención los hermanos compuestos por el varón como mayor y la niña como la menor. Tenía algo de mágico para mí ver ese par que se me hacía “ideal” en una familia, conocer la crianza de ambos sexos me parecía una gran oportunidad de vida y siempre deseé que fuera así.
El amor llegó a mi vida y nos cuidamos por tres años, donde disfrutamos las mieles de estar solitos en pareja, dormirnos tarde mirando una peli, viajando sin pensar si las vacaciones de mi esposo coincidían con que mañana era día de clases y cosas por el estilo que hoy me parecen imposibles.
Un día hablamos de tener un bebé y empezamos a prepararnos para ello. Hubo que comenzar a tomar ácido fólico, dejar el parche anticonceptivo y darle bonito al amor. En mis pensamientos estaba la idea de lograr un varón, que era mi sueño, pero no sabía cómo podía inclinar la balanza a ese 50%.
Mi esposo y yo íbamos con una nutrióloga de mi ciudad para aprender a comer saludablemente mientras cuidábamos nuestro peso. Cuando le contamos que íbamos a comenzar la búsqueda del bebé, me dijo que si quería un varón podría ayudarme la correcta alimentación. Claro que yo estaba más que emocionada y lista para ello y me dio una lista de recomendaciones que aclaro: no es una prueba efectiva al 100% pero puede ayudarte a buscar el sexo deseado de tu bebé.
Seguí sus recomendaciones al pie de la letra y a los dos meses estaba embarazada. Cuando cumplí las 16 semanas, me hice el primer ultrasonido y me dijo el médico “¡parece que es niño!”. Nosotros estábamos felices.
Dos años después, con nuestro Padawan en casa, nos pusimos las pilas y comenzamos de nuevo la búsqueda de nuestra princesa. Me apliqué con la lista que tenía guardada de la nutrióloga, me alimenté con sus sugerencias por escrito y con indicaciones específicas para la concepción y de nuevo quedé embarazada. Ahora solo faltaba confirmar que la práctica se hubiera logrado con éxito. Aproximadamente a las 14 semanas, el ginecólogo nos confirmó nuestro deseo: ¡era una nena!
¿Casualidad, suerte o naturaleza? ¡Es algo que nunca sabré con certeza!
Si quieres aumentar las posibilidades de tener un bebé con un sexo específico, checa los tips que me dio la nutrióloga. Pero sobre todo nunca dejes de soñar, ¡porque muchas veces los sueños se hacen realidad!
Si buscas un niño:
- Ten relaciones sexuales el día de la ovulación.
- Llegar al orgasmo antes que el hombre favorece las secreciones vaginales alcalinas.
- La mejor posición es la mujer ubicada a espaldas al hombre, quien introduce el miembro de atrás para adelante, para que los espermatozoides queden cerca del orificio del cuello uterino.
- Tomar café antes de hacer el amor, al menos dos horas previas.
- Mantener ambos una dieta a base de carne, salchichas, pescados, legumbres, huevos, sardinas, duraznos, frutos secos, plátanos, pasas, uvas y evitar los lácteos.
Si buscas una niña:
- Ten relaciones sexuales dos días después de la ovulación.
- No llegar al orgasmo para evitar secreciones alcalinas.
- La posición recomendada es la frente a frente, para que los espermatozoides tengan menos posibilidad de ser colocados en el orificio del cuello del útero.
- Mantener ambos una dieta a base de almendras, arroz, nueces, lácteos, cacahuates, espinacas, mariscos, yogurt, mantequilla, leche y queso sin sal. No ingerir carnes.
Todas estos tips me los dio de manera personal mi nutrióloga como parte de mi búsqueda del sexo de mis bebés, pero no ofrece ninguna garantía de efectividad, es total responsabilidad de quien lo practica. No dudes en consultar a tu ginecólogo o médico especialista en fertilidad ante cualquier pregunta.
Foto: vía
Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Disney Babble Latinoamérica.
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