Te damos gracias, Señor,
porque has bendecido nuestra casa
y nos has confiado a este hijo.
Una vez más lo ponemos en tus manos paternales.
Guíalo y condúcelo,
bajo la protección de los santos ángeles y de su santo Patrono, juntamente con nosotros, a la felicidad eterna.
Defiéndelo del pecado y de la malicia del mundo,
manténlo en la fe y en tu amistad.
Hazlo fuerte, leal y generoso,
para que su vida difunda un hálito de bondad y alegría,
que manifiesta a todos la belleza de la vida cristiana.
Amén.
Fuente: El Libro de mis oraciones, CLLL Edición, Ediciones Paulinas, pág 43.
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