¡Los abuelos deberían ser eternos!

Dice un proverbio galés que “El amor perfecto a veces no llega… hasta que nace el primer nieto”. Cierto o no, ser abuelo es una de las mejores experiencias que la vida otorga y, de niños, todos necesitamos uno (ya sea de sangre, prestado o adoptado), para ayudarnos a crecer con seguridad en un mundo desconocido.

Mis abuelos

Tuve la fortuna de conocerlos a los cuatro. Cada uno con una personalidad distinta, motivada por las diferentes crianzas a las que estuvieron expuestos en las décadas de los 30 y 40, cuando los padres eran muy estrictos y las madres de lo más abnegadas y amorosas.

Mis abuelos paternos fueron Pancho e Isabel, mientras que los maternos, Humberto y Delfina. De ambas parejas solo siguen en pie las matriarcas, las consentidas de los hijos, los nietos y los bisnietos. Estas señoras criaron grandes familias con todo lo que implica, tanto en lo económico y lo emocional, porque era “lo que se tenía que hacer”.

Las familias grandes siempre me han gustado, no crecí en una de ellas pero vi de cerca la unión y amistad de mis tíos mientras crecían, ¡eran amigos y hermanos! Por otro lado mi papá y mi mamá se casaron en los años 70 y tuvieron tres hijos. La familia se hizo más chica, la economía cambió y el mundo también.

Mis abuelos nos consentían y nos daban consejos. Los mejores recuerdos en la casa materna fueron compartiendo la mesa en Navidad, disfrutando de unas vacaciones y de su maravillosa comida. La tradicional foto familiar oficial cada fin de año… ¿quién no ama ese momento? Es reconocer a tus raíces, es amar a esos seres que son el origen, el porqué estás en esta tierra; los abuelos que la vida te dio.

A quién yo hice abuela…

Aún no tengo nietos, pero tuve la oportunidad de hacer abuela por primera vez a mi madre. Cuando le dije que venía un bebé en camino lloró de felicidad, deseando que mi papá estuviera en ese momento especial, pero la vida se lo había llevado hacía varios años.

Ella es una gran abuela, ama a mis hijos, los disfruta y los consiente. Incluso siento que más que a mí a esa edad, pero es que es muy cierto que los nietos llegan a revolucionar a las personas. La Tita tiene actualmente un nieto y tres nietas. Aún no sabemos si la vida la premiará con más, ¡seguro que sí!

Cuando yo sea abuela espero ser tan divertida como mi mamá, tan buena cocinera como mi suegra, dar los mejores consejos como mi abuela paterna y ser tan cálida como mi abuela materna. Aún tengo mucho que aprender de estos cuatro invalorables ejemplos de abuelas, para dar lo mejor de mí a los seres más preciados de mi vida futura, ¡mis nietos!

Y recuerda, ¡si nada va bien, llama al 01800-ABUELITA!

Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Coca Cola México.

Foto Shutterstock -abuela latina-.

¡Sí­guenos en Facebook! Da click aquí Mamá de Alta Demanda.