Llegué a las 42 semanas, ¡y mi bebé no nacía!

Como mamá sabes de lo que te estoy hablando. No lo puedo definir de otra forma, llegar a esta semana de embarazo fue para mí literalmente ¡una tortura! Y es el recuerdo más estresante de la etapa de mi embarazo, específicamente del segundo.

Mi historia es como la de muchas: mamá de un niño de casi tres años, en la etapa de los berrinches, del apego, de la lactancia extendida… Los segundos embarazos marcan una gran diferencia del primero, ya que en éste te toca estar corriendo detrás de un peque travieso al que le encanta jugar por toda la casa, y que si lo dejas se subirá a la parte más alta para intentar volar como su superhéroe favorito.

El último trimestre es por mucho el más pesado, con una enorme panza al frente, haciéndote caminar como pingüino e intentando dormir de todas las maneras posibles, pero con un resultado infructuoso… ¡Qué cansancio!

Así es, amé mis embarazos, pero el último tramo fue tan cansador como correr un maratón interminable, soñaba con el momento de tener a mi bebé en brazos y tomarme un respiro de lo que ya me resultaba agobiante.

Cuando llegó la semana 40, pensé: “Por fin, está a unas horas, si acaso a un día o dos”. Me imaginaba a mi pequeña en brazos, conociendo a su hermano mayor, y apostaba por cambiar el cansancio del embarazo por el cansancio de una mamá postparto. ¡Ya estaba desesperada!

Y pasó la semana 40 + 1 día, luego la semana 40 + 2 días… mis nervios ya me comenzaban a traicionar, estaba de mal humor y empezaron las llamadas diarias de familiares y amigos preguntando si ya había nacido el bebé y si todo estaba bien. Lo único que lograban era preocuparme y darme más ansiedad de la que ya tenía.

El ginecólogo me pidió ir a su consultorio cada dos días. La bebé se veía bien, el líquido amniótico también… Me dijo: “¿Para qué quiere salir, si adentro tiene todo y está feliz?”. ¡Pues si! Mi pequeña de alta demanda estaba muy cómoda allí dentro, pero la mamá… ¡ya no veía salida!

Es difícil aconsejar a una madre que se relaje cuando pasan los días y el embarazo sigue allí, pero mientras el médico te diga en los controles que todo está bien, lo más importante es que dejes la preocupación a un lado y disfrutes de los últimos momentos con la panza… porque la verdad es que ¡la extrañarás!

Al saber que todo con mi nena estaba bien, me dediqué a jugar con mi hijo mayor, que en ese momento también me necesitaba y con quien disfrutaría también sus últimos momentos de hijo único. ¡Vamos! Que seguro habrá muchos momentos más, pero siendo éste tan especial te lo llevarás de recuerdo toda la vida.

Pasó la semana 40, la 41 y un día antes de la 42 mi pequeña nació. Todo fluyó cuando me dejé de preocupar, intenté hacer actividades como leer, comer lo que quería antes del parto, caminar en el parque y cosas que me relajaran; la realidad es que el parto no pasa de esa semana y siempre podrás recibir ayuda de tu ginecólogo con los monitoreos o una cesárea en caso de ser necesario.

Disfruta tu panza de embarazo hasta el final. ¡Son recuerdos que podrás contarle a tu peque cuando crezca!

 

Foto: vía

Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Disney Babble Latinoamérica.

¡Sí­guenos en Facebook! Da click aquí Mamá de Alta Demanda.