La mejor dieta para adelgazar es… ¡cerrar la boca!

Hace un par de días mi bebé cumplió nueve meses, todos ellos han sido de inmensa felicidad para su padre y para mí… lo festejamos con una rebanada de pastel y una velita, esa tarde de visita estuvieron mi hermana y mi madre y entre todos le cantamos «Las Mañanitas» por su «cumple-mes».

Veo como poco a poco da pasos mas largos en su gateo, se ha vuelto un periquito muy platicador, sonríe mucho, se deja apapachar y besar por su familia, en especial por nosotros todas las mañanas al despertar… ¡es tan lindo que está para comérselo!

Y una buena noticia, al menos para mí… acompañada de una reflexión.

Con la llegada de los nueve meses de mi hijo, no pude evitar pesarme en la báscula, porque recordé haber leído que «si nueve meses tardó en cambiar tu cuerpo en el embarazo, nueve meses toma que regrese a su lugar», visto en el libro de la Dra. Miriam Stoppard, que me acompañó como una guía puntual durante todo mi embarazo.

Y sí, ¡parece que es cierto!

Me pesé y llegué al no tan grande número de 54 kilos, que era lo que pesaba justo cuando me embaracé, claro, en ese entonces estaba cuatro kilos encima, pero bueno esos ya tienen que ir por cuenta propia.

¿Dieta? Lo intenté al principio, al ver mi cuerpo tan cambiado, intenté hacerlo, pero la nutrióloga me daba porciones tan pequeñas que desistí, además dando pecho a demanda el hambre era aún mayor.

Mi única recomendación para mamis vanidosas que estén a favor de la lactancia prolongada es paciencia, claro, y cuidar lo que comen para ir recobrando el tono poco a poco, la naturaleza es sabia, y con un poquito de ayuda es casi seguro que regresemos a nuestra talla.

Ya viene lo más dificil, desaparecer esos cuatro kilitos que tenía antes del embarazo, para estar en mi peso cuando realicemos el bautizo y cumple de mi bebé.

Foto Canva

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