Mi hija es mi Princesa, y uno de los retos más grandes de mi vida es educarla en este mundo tan complicado en el que le ha tocado vivir.
Cuando supe que en mi segundo embarazo venía una nena en camino, mi mundo se volvió a paralizar, fue una noticia difícil de asimilar, ¿por qué? porque venía criando un niño con dos años recién cumplidos, sabía perfecto de tamaños de camisitas, super héroes, limpiar pañales con ojos cerrados en un área “sellada”, y todo lo que tuviera que ver con el mundo de un varón. ¿Y ahora?
Recuerdo perfecto cuando la doctora me confirmó “es una muñeca”, de forma literal pensé en una muñeca de juguete, esas de plástico con ojitos que abrían y cerraban al acostarlas, y fue en ese momento que me dí cuenta que tendría mi propia muñeca de carne y hueso, ¡un sueño hecho realidad!
Con mi Padawan sin entender aún que venían a elevarlo al rango de hermano mayor, mi mente no dejaba de pensar en si sería una buena mamá de niña, que a pesar de que la educación en la casa sería la misma para ambos géneros, sí existen diferencias al momento de criar a un niño o una niña, todas las mamás de par niño y niña podrán confirmarlo.
¿Cómo criar a una Princesa en este mundo tan diferente al que crecí? Es una pregunta difícil de contestar porque cada familia es un mundo.
Me gusta ver la vida con los ojos de mi hija, el atender sus dudas a diario, ayer mismo me preguntaba que significaba la palabra “ligero”, por qué en su participación del homenaje escolar tenía que decir la palabra “miseria” y qué quería decir. Las niñas son más curiosas por naturaleza, y a mi me tocó una nena especialmente cariñosa, partícipe de todo lo que sea juegos y diversión, fan del color rosa, morado y lila; los juegos de té, el maquillaje y las ponys.
Y sí, lo admito, a mí me gusta lo mismo que a ella, a veces pienso que es una “mini me” o como también dicen “mini yo”, y veo reflejada su sonrisa tímida igual a la que yo ponía cuando era niña, y la empujo a ser una mejor versión, a superar la timidez, a que sepa que las princesas también pueden ser fuertes, “¿Cómo Mérida, mami?”, “¡Exacto!”, le respondo; “también como Ana que fue a buscar a Elsa en el bosque de Arendell”, me encanta ver que ella misma pone los ejemplos de personajes valientes, como mamá quiere su princesa sea en un futuro.
En casa tengo una princesita, mi trabajo está en enseñarle a valorar lo que la vida le ha dado, a respetar a la naturaleza, a que crezca su amor a Dios, a defender a su familia como una guerrera sin que sus colores favoritos sean un impedimento.
Hoy soy una mamá educando a una princesa, llena de escarcha rosa, llena de vida, que baila ballet y dibuja corazones por todos lados. Todos los días reconociendo en ella un poco de mí e intentando formar un mejor ser humano.
Foto cortesía Daily Mater.
Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Daily Mater.
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