Hace unos días y en diversas ocasiones se han llevado a cabo estimaciones de todos los trabajos que se integran a la vida de una mujer cuando nos convertimos en madres, y a ellos se ha sumado lo que debería entonces ganar una mamá al ejercer todas esas profesiones y oficios que se adhieren a la labor que hacemos con tanto amor y sin exigir un pago a cambio.

Y es que bien, si nos pagaran por ello quien debería hacerlo, ¿la pareja, los hijos, el gobierno?

La realidad es que nadie nos obligó a ser madres, y aunque existen diversas circunstancias que nos llevaron a ello como la decisión propia, la búsqueda de un bebé vía tratamientos o un olvido de la pastilla, como dice la canción de Franco de Vita, lo cierto es que cuando ya tenemos dos corazones dentro de un mismo cuerpo la vida nos comienza a cambiar.

Como mamá llevo ocho años de profesión cumplidos con el mayor, y cinco años con la niña; y en realidad he hecho de todo y hasta más, cosas incluso que no pensé en algún momento que podría realizar. Desde limpiar vómitos sin asco o el estimado de limpiar 4380 pañales en tres años de un solo bebé, y como tuve dos e incluso una temporada comprando etapa cinco para el grande y etapa uno para la pequeña.

Entonces el número seguramente queda en regular comparado con una realidad que no estimé, fue entonces que allí entró la labor del ‘servicio de limpieza’.

La ‘cocinera’ trabajó desde el momento de las papillas, luego entró la ‘chef’ para preparar comidas ricas y saludables, en ocasiones la ‘enfermera’ vigilaba los mocos, la tos, la gripe, y la administración de medicamentos; también dando el paso a la experiencia llegó la ‘doctora’ que evaluaba si era una simple gripe o si tenían que ir con el especialista de confianza.

En otras ocasiones he tenido que hacerla con trabajo de ingeniería a la hora de armar la casita de las muñecas o la pista de carreras; la ‘maestra’ en el momento de repasar para un examen o trabajar la grafo motricidad; la ‘chofer’ todos los días rumbo a la escuela; la ‘peinadora’ la cual mi hija piensa que el cabello quedará igual que en el salón de belleza mientras yo sufro.

La ‘dentista’ al revisar dientitos bien cepillados todas las noches antes de dormir y la ‘veladora’ quien los cuida de fantasmas nocturnos y piernitas que dan patadas para desabrigarse por la noche.

Y si por este y todos los demás trabajos que hacemos a diario como mamás nos pagaran, creo que habría muchas más madres criando en casa con sueldo, que trabajando en una oficina, taller, empresa, negocio o fábrica.

Porque evidentemente tendríamos una mayor satisfacción al ver crecer al nuestros hijos en su infancia, que estar más de ocho horas trabajando seis días a la semana con un sueldo que muchas veces no nos alcanza, pero sí que aporta para la vida.

Este amor a la profesión de ser madre con sus múltiples facetas es #ElArteDeSerMamá.

Foto Via

Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Disney Babble Latinoamérica.

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