Desde hace unos días -con sus pausas no lo niego- me he estado preparando para recibir bien el año nuevo, y no me refiero a la fiesta del 31 de diciembre donde festejamos con uvas, pavo y campanadas; mis pretenciones van por otro lado, el tener mi casa lista y depurada de objetos rotos, en deshuso, viejos o en buen estado para donar.
Con los niños a punto de salir de clases mi tiempo se acorta, pero ya llevo casi al 100% los dormitorios y estoy a punto de ponerles una palomita y next ¿Por qué hago esto? Desde pequeña, mediante fuí creciendo y tomando más conciencia, mis papás me decían que debíamos desprendernos de ciertas cosas a fin de año, bien porque ya no estuvieran en uso o porque quisieramos donarlas, claro, ellos pensando en hacer un bien para alguien más necesitado.
Años después leí que es importante una depuración para que las energías corran mejor en la casa, abrir espacios para que las cosas nuevas entren y sustituyan las que ya se fueron, ¡y la verdad que esa idea me gusta mucho! ¿Cómo voy?
La recámara principal, llevó un trabajo de limpieza general, que incluye ventanas, sacudir el polvo, abajo de la cama, sacar tonterías como una cámara fotográfica que nunca tuvo reparación, instructivos viejos, pilas caducas, botones que ya no sabía de que ropa era, llaves que tienen que ir en otro sitio, lapiceros sin tinta, papeles y notas de compra de las tiendas, limpieza y mantenimiento del aire acondicionado.
La recámara del niño, que más bien se usa como área de juegos, lavamos los tapetes de foamy, movimos su cama de carro y se limpió debajo y sobre de ella, hicimos una minuciosa selección de juguetes: de él, lo de ella, los rotos para tirar, los buenos que no usan para regalar, lo de cuándo eran bebés para regalar a mi sobrina, todo bien organizado en las cajitas plásticas de su juguetero. Clóset listo. Falta limpiar la madera y organizar su biblioteca de libritos infantiles.
La recámara de la niña, igual lista su limpieza de maderas, debajo de la cama, ventanas, ropa para donar, falta checar la que tiene guardada, nueva talla y colgarla. Hasta ahorita es lo más organizado. Me falta también medirle a mis hijos todos sus zapatos para verificar cuáles ya no le quedan (la mayoría) y también regalárselos a un amiguito.
El baño de los niños todo listo.
Mi baño requiere que revise los entrepaños para verificar que todo esté en orden. Eso ya saben que lleva su tiempo.
Como ven tengo algunas cosas sueltas en cada área, me queda esta semana que inicia para poder terminar antes de que Tsunami y Terremoto salgan de vacaciones y requieran a esta mamá de alta demanda y a sus ojos al 100%.
¡Todo sea para recibir el año nuevo con energías muy positivas! Este es mi ritual anual, ¿Cuál es el tuyo?
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