A todas nos ha pasado, en mayor o menor medida… o en mayor o menor grosería, lamentablemente.
Llega un momento en que los niños nos acaban la paciencia, ya sea mientras les apoyamos con la tarea del colegio cuando ya le has explicado muchas veces la tabla de multiplicar o cuando sigue haciendo mal las sumas, o que tal cuando te esforzaste toda la mañana en dejar limpia su habitación y cuando llega de la escuela en cinco minutos acaba con todo el trabajo ¡en el que tu tardaste horas!
Nos salen los gritos, el coraje, el enojo y con todo ello las frases que los hieren y que los lastiman para siempre, más que un golpe.
Mamás amigas que me pidieron no aparecer en esta “lista de la vergüenza” me confiaron cuales han sido las frases más hirientes que le han dicho a sus hijos, no fue fácil, en realidad todas se arrepintieron de lo dicho al instante, porque tenemos que tener en cuenta que cuando lo decimos queda la marca, como una cicatriz imborrable. Esta es la lista:
- “¡Eres estúpido!”
- “¿Eres tonto, o qué?”
- “Tu hermano lo hace mejor que tu”
- “Ya basta”
- “¡Deja de hacer eso ahora!”
- “Deja de comer así que pareces un cerdo”
- “¡Que inútil eres!”
- “¡Cállate!”
- “¿No tienes cerebro?”
- “Ojalá no hubieras nacido” (¡esta es la peor!).
Los gritos y las palabras hirientes son maltrato sicológico. Si creías que porque no le pegabas a tu hijo y que “solo le gritabas” has un alto y piénsalo dos veces. Se que todas llegamos a un momento de frustración donde estallamos al no saber cómo canalizar el enojo, pero cuando eso suceda demos espacio al pensamiento racional, ¡al que le estamos gritando es a nuestro hijo!, a aquel pequeño que hace unos años esperabas con tanto anhelo y que se ha convertido en tu mayor felicidad.
A que así como le gritas a tu pequeño no le gritas al vecino, a tu madre o a tu mejor amiga, ¿verdad? El maltrato que les damos a los niños la mayoría de las veces no se le infringe a un adulto, porque en teoría estamos “educando” pero para todo hay formas.
No somos madres perfectas, pero si te llega el momento en que explotas toma un respiro. Pide disculpas a tu hijo por tus gritos y palabras. No es malo pedir perdón y menos hacia las personas a las que más amamos, él sabrá que mamá lo ama y su actitud será otra. Tengamos paciencia, estamos criando mejores seres humanos y aún son niños. Si a los adultos se nos dificulta la vida imagínate a ellos que apenas comienzan a vivir.
Moldemos la autoestima de nuestro hijo con palabras de amor, cambiemos el “¿Eres tonto, o qué?” por un “¡Eres muy inteligente hijo!”, cuando los niños se sienten amados por sus padres en el futuro serán adultos felices con su persona y a la larga con sus propias familias.
¿Qué les estás enseñando a tus hijos?
Foto Flickr/Snap Man
Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Disney Babble Latinoamérica.
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