Este lunes llevé a mi bebé a vacunar, le tocaba que le aplicaran las de un año: la Neumocóccica Conjugada 7 Valente que previene infecciones por neumococo y la Triple viral SRP que previene sarampión, rubeola y parotiditis.
La primera vacuna, me dijeron que ya la sacaron del esquema de la Cartilla Nacional de Vacunación (en México), y ahora solo serán aplicadas las primeras dos dosis, la de los dos y cuatro meses, o sea, que mi pequeño se salvó de este pinchazo.
La segunda vacuna, esa sí le fue aplicada, y tras yo recibir un regaño por llevarlo con dos meses de retraso, el pobre de mi bebé tuvo que quedar aprisionado en mis brazos para que no se moviera al aplicarle la inyección… gritos… llanto… lágrimas… una gotita de sangre… tras eso, un algodoncito con alcohol en su brazo izquierdo.
Como pude lo calmé, le dí las gracias a la enfermera y nos fuimos contando los árboles que nos encontrábamos camino a la camioneta, cuando lo estaba colocando en su sillita era el mismo niño de siempre, «ta, ta, ta» (de conTAr) que siguieramos contando árboles, como si nada hubiera pasado.
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