- Ya quiere independizarse (lo que sea que intente).
- Dice que quiere comer solo, sin ayuda, a veces usando tenedores y otras solo con sus manitas.
- Opinan sobre su aspecto (que ropa ponerse, que si los zapatos están “feos”, que no se quiere peinar, etc)
- Lavarse los dientes solo sin ayuda de mamá (aunque sea mal).
- Ir al baño solos porque ya son “niños grandes”.
- Cuando intentan vestirse solos lo que a mamá le lleva cinco minutos a él le pude tardar 20, pero so-li-to.
- Te pide un dulce, se lo compras, dice que no lo quiere porque sabe feo…
- Como apenas está aprendiendo a hablar, te dice algo en su idioma y no le entiendes. El se enoja, hace berrinche, se tira, al suelo, sigue berreando sin parar hasta que solito se le olvida y se va.
- Un día ama la hora del baño, otro día se va corriendo como si fuera una tortura.
- ¡”Eres la mejor mamá del mundo, te amo!”, te dice con ojos de borrego. Por la tarde: “¡Eres mala mamá, no me dejas brincar en la cama!”.
Una de las etapas más complicadas que me ha tocado vivir como mamá, fue cuando mi hijo mayor cumplió dos años, adiós a ese niño tierno y amoroso que conocía.
El cambio fue tan drástico que sentí como de un día para otro mi peque comenzó a hacer berrinches por todo lo que se le ocurría: desde que no quería comer su comida favorita o que no le compráramos el juguete que estaba en el super o hasta porque se acababa Cars, su película favorita.
Como toda mamá primeriza que no sabía que pasaba con su pequeño, busqué apoyo con mi mamá y mis amigas con más experiencia, y todas coincidimos en que a los dos años del bebé nos encontramos ante un perfecto desconocido ¡al que amábamos sobre todas las cosas!
Pero antes de que busques ayuda psiquiátrica -para ti-, checa si tu pequeño-berrinches cumple con estas características: