Adiós a Cars

Todos recordamos la película Toy Story 3, cuando Andy, a punto de partir a la universidad, deja en otras manos a su entrañable amigo Woody. No conozco a nadie que al ver esa escena no haya llorado en la escena final. Creo que parte de nuestra infancia se ve reflejada en esta película y nos movió los sentimientos más profundos.

Hace poco tiempo acabamos de pasar un momento parecido. Mi hijo mayor, que hoy tiene seis años, fue fan de la película Cars, en especial de Rayo McQueen. ¡Y de verdad que era un amor muy grande al personaje!

¡El día que todo comenzó!

Todo empezó cuando su papá le regaló la película en DVD antes de cumplir un año, luego un primo le regaló su primera camiseta y un carrito… así empezó su gran colección. Ropa, juguetes, revistas, rompecabezas, libros, leche de chocolate, todas las piñatas de cumpleaños y hasta la recámara era de su mejor amigo el Rayo.

Mi hijo entró al maternal con un año y cuatro meses; en sus cumpleaños número dos, tres, cuatro y cinco el tema fue -claro está- Cars y sus personajes: pasamos por Rayo dos veces, Mate y Francesco Bernoulli. Las mamás me preguntaban sorprendidas sobre este cariño tan especial de mi hijo hacia el auto rojo. En realidad no era nada malo ni obsesivo, ¿y es que cómo no podía gustarle si es una película tan bonita?

En el cumpleaños número seis, cuando pensé que la piñata sería de Finn McMissile por ser uno de los personajes más nuevos de la película, me llevé una sorpresa. Me dijo que quería su fiesta con tema de Phineas y Ferb “porque Cars es para bebés” -introducir sonido de corazón roto. La verdad es que me llevé una gran impresión, después de que Rayo fuera casi un integrante de mi familia, mi hijo mayor de alta demanda lo cambiaba por unos hermanitos inventores con cabeza de frituras (¡era lo único que sabía de ellos!, ah, y que eran “muy divertidos).

Cuando le preguntamos por qué ese cambio tan radical, él contestó: “Sí me gusta (Cars)… un poquito, pero me gusta más Phineas y Ferb. Es que Cars es para bebés”. Así insistía el pequeño que se había en todo un hombre (insertar cejas levantadas, ¿verdad?).

Cómo no acordarse de Andy cuando se despide de Woody, aunque yo no tuve que esperar a que mi hijo partiera a la universidad para presenciar ese adiós que no pensé llegaría tan rápido.

Los niños crecen y antes que nos demos cuenta cambiarán las historias de Phineas y Ferb por salir de fiesta con sus amigos… ¡Ay!

¿Tu hijo o hija también se han despedido de un personaje que los acompañó desde bebés? ¡Cuéntame!

Post escrito por Any Fuchok y publicado originalmente en Disney Babble Latinoamérica.

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Foto: Cortesía Disney Babble